lunes, 9 de octubre de 2023

un piso de la existencia - ars poiética

 

ARS POIÉTICA


Una base, un piso de la existencia, tocado en sueños.

Si puedo escribirlo, si puedo narrar la textura de ese piso húmedo y fresco, terroso y neutro, podré tener un lugar donde apoyar mi estar, un estar-aquí podré tener donde respirar al propio mío tranco de mi íntimo pulmón y trabajar con calma en esta tan extraña cosa que es abrir los pliegues del sonido aguzando la oreja hasta que ella misma se disuelva y se vuelva sonido incorpóreo, imagen y reflejo, flujo y reflujo de una sola cosa que es creada y creante, que se crea a sí misma al crear fuera de sí su propia escucha, que re-crea ese Afuera haciéndolo pasar enteramente a través suyo, haciéndose filtro poroso, justamente agujereado para que todo pase más y mejor. Y en ese juego sin comienzo ni fin, abolir el tiempo, la separación, la visión dual, el sufrimiento inútil.


Un piso donde apoyar mi estar, mi respirar al mío tranco

y abrir (me) al mundo

¿En dónde termina lo escuchado

y comienza lo escuchante?


miércoles, 4 de octubre de 2023

usted está aquí

 


Se va de un lugar a otro. Se parte y se llega. Siempre hay algo ya ahí. Siempre algo nos espera.
Entonces: ¿llegar llegando o llegar rompiendo?

De cualquier manera, no es lo mismo que: romper lo que no hay para partir hacia donde ya llegué sin haber ido: ningún lado, sólo la tautología zonza del que se agita moviendo mucho para permanecer siempre donde está.

USTED

ESTÁ

AJÍ

viernes, 29 de septiembre de 2023

Visita

 

 
imagen: Dolores Marat

Visita

por Juan Baio


El miedo a morir es casi universal. El miedo a estar muerto, en cambio, es más específico. Requiere una imaginación algo desarrollada. No obstante, también está bastante difundido. Personalmente lo sufría horrores…

En verdad, ahora que ya estoy muerto, la cosa es más tranquila de lo que imaginaba. Hasta diría que es una situación amable. Por empezar hay pocas interrupciones. Eso sí que lo sufría, de vivo. Estando vivo, digo. La incontrolable desopilancia del tiempo. La ausencia de un cuarto de hora enteramente propio. Ahora es más sencillo. No hay tiempo, ni espacio abierto. Sólo esto, un cuarto propio de nada ilimitada.

***

Estando así es más fácil distinguir lo esencial de lo accesorio. Lo esencial: saberme parte tuya; saberte parte mía, saberme fruto de un amor posible, no ideal, fallado, fallido y genuino.

Lo accesorio: tus límites, las formas contingentes de tus bordes ásperos, rasposos o filosos, tu insuficiencia para aprender a ver de nuevo lo que te rodea a medida que cambia y ya no se ajusta al hábito que consagraste para medir la normalidad de tus días, la regla de lo “sano” y lo “sensato”, tus berrinches abominables, tus estallidos, esos colapsos celestes, cielo astillado y esquirlas cayendo sobre mi cabeza.

 

***

Voy a visitarte.

***

Ahí estás. Sentado sobre ese sillón favorito, cómodo pero demasiado bajo para tus piernas, un poco endebles últimamente. Mirando por la ventana las nubes oscuras, la hilera de álamos, meciéndose al viento como si fueran algas inmensas agitándose al fondo de un mar pretérito atravesado por corrientes frías. Pensás en mí, me imaginás en ese espacio que se abre frente a vos tras la ventana, en ese mar imposible me ves nadando por el agua-aire, entre los álamos, sumergido y tranquilo, en ese otro mundo de sombras que se deposita sutil sobre el mundo diurno. Pensás que me extrañás, que te gustaría romper la ventana, arrojarte de cabeza al aire-agua, buscarme, tocarme, nadar conmigo.
Eso pensás.
(En esta condición descubro que una pequeña volición imaginada donde solía estar mi oreja alcanza para escuchar tus pensamientos. No te preocupes, no espío más. Quiero que hablemos en igualdad de condiciones.)

***

Otra leve volición imaginada donde solía estar mi piel, y ahora me ves, sentado a tu lado en el otro sillón. Hablamos.
Resulta más o menos así:

***

- Hola.

- Hola hijo. Estaba pensando en vos.

- Yo también. Hace un rato.

- Cómo has estado. Tus cosas.

- Bien papá. Se está bien. Tranquilo.

- Mucho trabajo… ¿?

- No se trabaja, se está nomás.

- Claro, claro. Acá estuvo haciendo buen tiempo. Ahora está horrible.

- A mí me gusta.

- Sí, es lindo. Pero viste… y lo tuyo, allá, cómo es, ¿es frío?

- Ni frío ni caliente.

- Ajá, ajá. ¿Y estás cómodo? ¿Es grande? Quisiera que estés cómodo.

- Muy cómodo. No tiene bordes.

- Ah mirá vos. Sí, sí, entiendo. Bueno, me alegra que estés bien. Quiero que estés tranquilo.

- Vos cómo estás.

- Yo bien hijito, yo bien. Tengo mis cositas, pero ando bien.

- Cositas.

- Nada importante.

- Podés contarme.

- Ya sé que te puedo contar. Pero me gustaría, la verdad, que estés acá.

- Estoy acá.

- Sí. Pero así. No es lo mismo.

- No, lo mismo no es.

- … bueno hijito, gracias por pasar. Creo que me voy a descansar un rato.

- Papá…

- ¿Sí?

- Todo eso que se rompió... tantas veces, ¿viste? Todo eso roto, allá, no duele. No está. Sólo quedamos nosotros.

- Ah, sí. Sí, claro. Entiendo. Mirá vos qué bueno. Me alegro. Buen viaje hijo. Volvé despacio. Que descanses.






martes, 5 de septiembre de 2023

distraído y enredado por los caminos

Distraído y enredado por los caminos de una sangre densa, que acude a las sienes, ¿quizá atraída por blanco resplandor de hojas que (me) entra por los ojos para ir a dar al fondo de (mis) pálidas retinas, en dónde la llamada emerge hacia una sangre que venga, que acuda pronto a dar cuerpo, raíz, sustento y consistencia a este desfile de imágenes fantasmagóricas que pone a girar (mis) órbitas, órbitas en órbita hacia un mareo-moto impensado y difícil de nombrar, porque se compone separándose, como el deseo mismo y sus dos polos o aspectos, Eros y Tánatos, la canción infinita que produce la modulación de tantas situaciones tonales sobre las que el aspecto se desliza, de aquí para allá, nuevamente y siempre, todo se desliza y a veces el tránsito es lento y palpitante y a veces es velocísimo y desconcertante, desamparante, alucinante, disgregante, y cuando todo se ha por fin disgregado: ¿qué hay detrás?... ?